Capítulo I: El mundo de
Seki
El
mundo de Seki es un mundo bello, lleno de vegetación y abundantes seres que
vuelan por los aires, así como seres que caminan y se arrastran por los suelos.
Existe una sustancia cristalina esencial para la vida, no tiene forma ni color,
pero es de una belleza y singularidad única, pues también alberga seres que se
desplazan dentro de ella.
Cuentan
los ancianos sabios que este mundo existe por el Dador de vida, el creador de
todo, quien hizo que la sustancia cristalina forjara la vida en su mundo.
La
aldea de Seki se llama Zenn, y está en la profundidad de los bosques. Los
aldeanos de Zenn habitan en los arboles donde han construido sus casas lejos
del peligro de los depredadores que caminan por los suelos.
Existen
dos luces en los cielos, uno grande que gobierna los cielos y brinda luz a todo
el mundo, y uno más sereno que ilumina con poca fuerza las noches, acompañan a
esta luz otras luces diminutas y azules que parpadean y que pareciera que el
dador de vida haya regado por los cielos como si fueran semillas.
Capitulo II: El
descubrimiento del tesoro
La
curiosidad de Seki lo ha traído hasta las cavernas, que son orificios al pie de
las montañas al nivel del suelo. Seki haciendo caso omiso a los consejos de sus
mayores ha llegado hasta aquí, sorteando los peligros que esta aventura
conlleva. Esta no es la primera vez que Seki está en las cavernas, días antes
mientras pastaba a unas aves descubrió dentro de las cavernas un extraño objeto
duro y transparente, parece una vasija de cerámica, pero las vasijas de
cerámica no son translucidas, y eso es un tesoro, porque nunca ha visto un
artefacto igual en su aldea, que digo su aldea, jamás se ha visto en el mundo.
Sera que la caverna esconde tesoros tan grandiosos como este objeto bello de
forma cónica con un cuello delgado y un orificio en su pico.
Con
esta curiosa expectativa Seki se adentra en las cavernas.
Capitulo III: El origen
de los tiempos
Mientras
Seki se adentra en las cavernas, recuerda que los ancianos sabios contaban el
origen de los tiempos. Contaban que el Dador de vida creo todo el universo,
nuestro mundo todo su contenido y todo lo que lo rodea. Que los primeros seres
que habitaron este mundo fueron seres gigantes, pero un día un bólido de los
cielos cayó sobre el mundo como flecha ardiente y todo el mundo ardió por
muchas centurias, después de esto el mundo se apagó y se enfrió.
El
dador de la vida decidió rehacer el mundo haciéndolo más bello que el mundo anterior,
pero esta vez se lo encargaría a unos seres que estuviesen dotados de
inteligencia y libertad para escoger. Ellos serían los hermanos mayores, como
los pastores y guardianes de este mundo. Pero algo salió mal, estos seres no
eran tan perfectos porque el mismo don que les daba la inteligencia también les
daba un defecto: el egoísmo.
Capitulo IV: Todo oscuro
Seki
está algo asustado porque nunca antes había estado tan lejos de la superficie,
esta todo oscuro, porque la luz del exterior no llega hasta la profundidad de
las cavernas. Para iluminarse en la oscuridad los aldeanos de Zenn utilizan
unos cristales que durante el día se recargan de luz y durante la noche brindan
una luz tenue, por un buen tiempo, otra forma de iluminarse es con otra
sustancia mágica que brota de las cosas del mundo, pero que las transforma pues
quema y consume pero a la vez brinda luz y calor.
Seki
sabe que su curiosidad le podía traer problemas, pero sigue adelante, esperando
encontrar más tesoros como el que había encontrado a la entrada a las cavernas.
Capítulo V: Las
consecuencias del egoísmo
Seki
recordó, nuevamente la leyenda del origen de los tiempos, sabía que hubo un
mundo nuevo a cargo de seres dotados de mucha inteligencia y poca bondad,
fueron seres de luz que luego se tornaron en materia orgánica como son los
seres ahora, como los seres que vuelan, caminan o se desplazan por la sustancia
cristalina. Los ancianos sabios decían que estos seres extraordinarios dominaron
su entorno, incluso construyeron artilugios que le permitieron volar por los
cielos o hablarse a grandes distancias, conocían las artes y las ciencias pero
no eran humildes, en el colmo de su soberbia, no les importo su entorno, ni los
seres, que con ellos, habitaban este mundo. Llevaron a muchas especies a la
extinción. Se creían dioses y consumieron todos los recursos de este mundo,
como si de una plaga se tratase. Hasta que el mundo enfermó y decidió que el
tiempo de estos seres habría terminado.
Capítulo VI: Ult Hom
¿Cuántas
horas habrán pasado? Desde la profundidad de la caverna Seki se hace esta y
otras preguntas más. ¿Sera que la luz serena ha salido ya en los cielos?¿que
dirán la gente de la aldea de Zenn?. Pues alguno preguntara ¿Dónde está Seki?
Habiendo
caminado bastante tiempo Seki decidió descansar, se sentó sobre una roca
perfectamente diseñada. Que impredecible es la naturaleza, pareciera que
aquella roca habría sido creada así, pero al pasar su mano sobre la superficie
de la roca, no era similar a las rocas de la caverna, tenía una textura
diferente.
A
unos cuantos pasos de allí había un orificio muy extraño, cuando se acercó a él,
sus pies se posaron sobre una lámina dura y recta, con unos signos extraños en
su superficie de un lado de la lámina se podía distinguir “ULT HOM”.
Capítulo VII: Sin miedo
Al
asomarse por el orificio parece la puerta de un pasadizo de proporciones
regulares, tanto en el ancho como en la altura. La pregunta es ¿A dónde
conducirá el pasadizo?
Ya
es muy tarde y este viaje se ha tornado incierto. Un estremecimiento recorre su
cuerpo. ¿Avanzar o retornar? Es momento de tomar una decisión, Si retorna, está
la seguridad de la aldea, además podría regresar a la caverna, es lo más
seguro. Si avanza, está la posibilidad de descubrir cosas extraordinarias, pero
a la vez está el riesgo de salir herido, quedar atrapado, o perderse para
siempre en la oscuridad. Pero la curiosidad lo supera, es más fuerte, se ha
convertido en una obsesión.
Seki dió un
paso adelante y se dijo así mismo ¡Sin miedo!
Capítulo VIII: La gran
bóveda
La
emoción lo envuelve, se pregunta qué otros tesoros hay en las profundidades,
sin darse cuenta de que su cristal está perdiendo su luz y el pasadizo está
tornándose curvo. ¡Seguiré un poco más¡. Al pasar un instante logra divisar la
salida, puesto que una luz comienza a aumentar a medida que avanza por el
pasadizo.
Los
ojos de Seki se habían acostumbrado a la oscuridad, y la luz de la salida del
pasadizo empaña su visión. Todo está blanco y por un momento Seki creyó que el
pasadizo llevaba de vuelta a la superficie, pero ¿Cómo era posible? Si no ha
hecho algún ascenso, todo lo contrario se adentró cada vez más abajo.
Cuando
por fin sus ojos se acostumbraban a la luz, pudo distinguir que el pasadizo conducía
a una caverna más grande de forma ovalada, con una perfección que no era
natural, era muy alta y de paredes lisas. Con unas luces parecidas a su
cristal, empotrados en lo alto de las paredes.
Capítulo IX: El durmiente
La
caverna ovalada parecía la entrada de una casa, porque es parecido a las casas
de los árboles de la aldea de Zenn, solo que están debajo del suelo. Hay una
gran avenida y galerías a los costados, objetos extraños, bellos y de gran
valor para Seki. Los aldeanos no podrán creer lo que estaban viendo sus ojos.
Las historias de los ancianos sabios eran ciertas, en la antigüedad había
muchas maravillas.
Al
entrar en una de las galerías pudo observar la figura de un ser grande casi el
doble de su tamaño, en posición horizontal sobre una tarima baja. Tenía manos y
piernas, pero su piel no era como la de Seki, o de alguna otra criatura
conocida, era una textura diferente. A pesar de que no da ningún signo de vida,
parece que duerme, simplemente no tiene vida.
Al
inspeccionar los alrededores de la galería ha podido identificar utensilios
algo familiares y signos escritos en las paredes y en unas láminas que se
encuentran alrededor de la habitación, sobre los muebles y el piso de aquel
lugar.
Retornó
y tocó la figura del durmiente. Ha Seki le intriga una extraña forma que
sobresale en la frente de aquel ser. Al tocarlo por casualidad, los ojos de
aquel ser se iluminaron. Seki, sorprendido por aquella acción, tropieza y cae
sentado, mientras el durmiente se reclinó apoyándose sobre sus codos. Aquel ser
comienza a hablar un lenguaje desconocido.
El
durmiente ha despertado.
Capítulo X: El origen del durmiente
El
durmiente habla muy extraño, es cierto. De pronto Seki oye palabras conocidas:
-
Hola
pequeño mi nombre es ZR1-CK.
Por
un momento Seki se quedó paralizado, después de estas palabras el durmiente
seguía hablando en lenguas extrañas. Tomo un respiro y dijo en su lengua:
-
Hola
yo me llamo Seki.
-
¡Seki
un gusto¡ – dijo, luego agregó - Estaba intentando comunicarme contigo
-
¿co-mu-ni-car-me?¿Qué
es eso? – preguntó Seki.
-
Hablar
Seki, hablar – respondió.
Muchos
pensamientos pasaron por su mente. ¿Este es uno de los seres maravillosos y
egoístas del cual hablaban los ancianos sabios?
-
Seki,
soy una entidad artificial, creada para asistir al hombre.
-
No
entiendo, respondió Seki.
-
No
soy un ser vivo como tú, yo fui creado por seres como tu llamados hombres.
Seki
recordó las historias de los ancianos sabios que decían que los seres
extraordinarios habían creado muchos artilugios, entre ellos este ser. Todo era
cierto. Estos seres, entonces eran dioses, pero aquel ser los llamo “hombres”.
Capítulo XI: Una larga historia
Seki
se quedó maravillado con aquel ser. Los conocimientos que aquel personaje le
podía enseñar. Así las gentes de su aldea pudieran crear cosas maravillosas
como aquellas que se encuentran en aquellas galerías. Estaba pensando esto
cuando el ser le interrumpió, diciendo:
-
Seki,
no tengo mucho tiempo, el resto de mi energía se agota, y lo que tengo que
comunicarte es muy importante.
Seki
no entendía palabras como “energía”, pero por el tono en que aquel ser mencionó
estas palabras supo que debía escuchar
atentamente.
Y
fue así que se enteró, que aquel ser había vivido por muchos años en esa
caverna, acompañando a un hombre sabio, conocedor de la ciencia de la vida. Que
aquel hombre intentó restaurar el mundo en que vivía buscando crear la vida,
para repoblar el planeta, que había sucumbido en una gran catástrofe, y que
había convertido aquel mundo en una piedra estéril. Aquel hombre envejeció y agoto
todos sus recursos intentando replicarse asimismo, pues creía que él estaba
solo.
Seki
se atrevió a preguntarle que eran los signos grabados, mostrándole la lámina
que había encontrado a la entrada del pasadizo. El ser le explico que esos
signos son escritura, que se usaba para grabar las palabras como signos y que
cada signo individual o en forma conjunta, representaban sonidos del habla. Con
respecto a los signos de la lámina, le dijo que estaba incompleta y que las
malas condiciones del medio ambiente y el tiempo, lo habían deteriorado, pues
el hombre sabio había escrito “El último hombre” haciendo referencia a su
triste destino.
Capítulo XII: Adán el primero y el
ultimo
El
ser prosiguió narrando, de cómo llegaron a este lugar. Tras una gran guerra por
el agua y recursos, el hombre libero una plaga que llevo a la extinción a casi
la totalidad de los seres de este mundo. Seki pudo relacionar que la sustancia
cristalina que da la vida se llamaba “agua”. Tras esta catástrofe, los hombres
se dieron cuenta de su error, pero fue demasiado tarde. Pues los pocos hombres
sabios que quedaron se recluyeron en lugares con una alta probabilidad de
sostener la vida. Pero fue imposible, nuevas enfermedades aparecieron y los
intentos por reconstruir este mundo iban fracasando.
Ya
muy anciano, el hombre sabio, dejo la misión a ZR1 de comunicar, si fuese posible,
a los nuevos hombres, todo lo acontecido. Para que no cometan el mismo error
que su generación había cometido.
Por
último el ser le dijo, se cree por una leyenda que el primer hombre se llamó
Adán, y curiosamente el último hombre también se llamo Adán. Seki se quedó sorprendido
por tal afirmación. Luego el ser agrego:
-
Sabes
que “Adán” escrito al revés, se lee “Nada” – Parece absurdo, pero el hombre no
supo valorar lo que tenía alrededor – concluyo.
Dicho
esto los ojos de aquel ser dejaron de iluminarse y quedo en silencio.
Seki
abandono la caverna pensando en el triste final que tuvieron aquellos seres
llamados “hombres”.
FIN
Autor:
José Ricardo Camacho Hurtado
me gusto
ResponderBorrarHola me podes dar la ficha tecnica y el resumen de este cuento?
ResponderBorrarMe gusto
ResponderBorrarMe gustó
ResponderBorrarbien
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