lunes, 23 de marzo de 2020

Seki y el secreto de las cavernas


Seki y el secreto de las cavernas
(cuento)

Capítulo I: El mundo de Seki

El mundo de Seki es un mundo bello, lleno de vegetación y abundantes seres que vuelan por los aires, así como seres que caminan y se arrastran por los suelos. Existe una sustancia cristalina esencial para la vida, no tiene forma ni color, pero es de una belleza y singularidad única, pues también alberga seres que se desplazan dentro de ella.

Cuentan los ancianos sabios que este mundo existe por el Dador de vida, el creador de todo, quien hizo que la sustancia cristalina forjara la vida en su mundo.

La aldea de Seki se llama Zenn, y está en la profundidad de los bosques. Los aldeanos de Zenn habitan en los arboles donde han construido sus casas lejos del peligro de los depredadores que caminan por los suelos.

Existen dos luces en los cielos, uno grande que gobierna los cielos y brinda luz a todo el mundo, y uno más sereno que ilumina con poca fuerza las noches, acompañan a esta luz otras luces diminutas y azules que parpadean y que pareciera que el dador de vida haya regado por los cielos como si fueran semillas.

Capitulo II: El descubrimiento del tesoro

La curiosidad de Seki lo ha traído hasta las cavernas, que son orificios al pie de las montañas al nivel del suelo. Seki haciendo caso omiso a los consejos de sus mayores ha llegado hasta aquí, sorteando los peligros que esta aventura conlleva. Esta no es la primera vez que Seki está en las cavernas, días antes mientras pastaba a unas aves descubrió dentro de las cavernas un extraño objeto duro y transparente, parece una vasija de cerámica, pero las vasijas de cerámica no son translucidas, y eso es un tesoro, porque nunca ha visto un artefacto igual en su aldea, que digo su aldea, jamás se ha visto en el mundo. Sera que la caverna esconde tesoros tan grandiosos como este objeto bello de forma cónica con un cuello delgado y un orificio en su pico.

Con esta curiosa expectativa Seki se adentra en las cavernas.

Capitulo III: El origen de los tiempos

Mientras Seki se adentra en las cavernas, recuerda que los ancianos sabios contaban el origen de los tiempos. Contaban que el Dador de vida creo todo el universo, nuestro mundo todo su contenido y todo lo que lo rodea. Que los primeros seres que habitaron este mundo fueron seres gigantes, pero un día un bólido de los cielos cayó sobre el mundo como flecha ardiente y todo el mundo ardió por muchas centurias, después de esto el mundo se apagó y se enfrió.

El dador de la vida decidió rehacer el mundo haciéndolo más bello que el mundo anterior, pero esta vez se lo encargaría a unos seres que estuviesen dotados de inteligencia y libertad para escoger. Ellos serían los hermanos mayores, como los pastores y guardianes de este mundo. Pero algo salió mal, estos seres no eran tan perfectos porque el mismo don que les daba la inteligencia también les daba un defecto: el egoísmo.

Capitulo IV: Todo oscuro

Seki está algo asustado porque nunca antes había estado tan lejos de la superficie, esta todo oscuro, porque la luz del exterior no llega hasta la profundidad de las cavernas. Para iluminarse en la oscuridad los aldeanos de Zenn utilizan unos cristales que durante el día se recargan de luz y durante la noche brindan una luz tenue, por un buen tiempo, otra forma de iluminarse es con otra sustancia mágica que brota de las cosas del mundo, pero que las transforma pues quema y consume pero a la vez brinda luz y calor.
Seki sabe que su curiosidad le podía traer problemas, pero sigue adelante, esperando encontrar más tesoros como el que había encontrado a la entrada a las cavernas.

Capítulo V: Las consecuencias del egoísmo

Seki recordó, nuevamente la leyenda del origen de los tiempos, sabía que hubo un mundo nuevo a cargo de seres dotados de mucha inteligencia y poca bondad, fueron seres de luz que luego se tornaron en materia orgánica como son los seres ahora, como los seres que vuelan, caminan o se desplazan por la sustancia cristalina. Los ancianos sabios decían que estos seres extraordinarios dominaron su entorno, incluso construyeron artilugios que le permitieron volar por los cielos o hablarse a grandes distancias, conocían las artes y las ciencias pero no eran humildes, en el colmo de su soberbia, no les importo su entorno, ni los seres, que con ellos, habitaban este mundo. Llevaron a muchas especies a la extinción. Se creían dioses y consumieron todos los recursos de este mundo, como si de una plaga se tratase. Hasta que el mundo enfermó y decidió que el tiempo de estos seres habría terminado.
Capítulo VI: Ult Hom

¿Cuántas horas habrán pasado? Desde la profundidad de la caverna Seki se hace esta y otras preguntas más. ¿Sera que la luz serena ha salido ya en los cielos?¿que dirán la gente de la aldea de Zenn?. Pues alguno preguntara ¿Dónde está Seki?

Habiendo caminado bastante tiempo Seki decidió descansar, se sentó sobre una roca perfectamente diseñada. Que impredecible es la naturaleza, pareciera que aquella roca habría sido creada así, pero al pasar su mano sobre la superficie de la roca, no era similar a las rocas de la caverna, tenía una textura diferente.

A unos cuantos pasos de allí había un orificio muy extraño, cuando se acercó a él, sus pies se posaron sobre una lámina dura y recta, con unos signos extraños en su superficie de un lado de la lámina se podía distinguir “ULT HOM”.

Capítulo VII: Sin miedo

Al asomarse por el orificio parece la puerta de un pasadizo de proporciones regulares, tanto en el ancho como en la altura. La pregunta es ¿A dónde conducirá el pasadizo?

Ya es muy tarde y este viaje se ha tornado incierto. Un estremecimiento recorre su cuerpo. ¿Avanzar o retornar? Es momento de tomar una decisión, Si retorna, está la seguridad de la aldea, además podría regresar a la caverna, es lo más seguro. Si avanza, está la posibilidad de descubrir cosas extraordinarias, pero a la vez está el riesgo de salir herido, quedar atrapado, o perderse para siempre en la oscuridad. Pero la curiosidad lo supera, es más fuerte, se ha convertido en una obsesión.

Seki dió un paso adelante y se dijo así mismo ¡Sin miedo!

Capítulo VIII: La gran bóveda

La emoción lo envuelve, se pregunta qué otros tesoros hay en las profundidades, sin darse cuenta de que su cristal está perdiendo su luz y el pasadizo está tornándose curvo. ¡Seguiré un poco más¡. Al pasar un instante logra divisar la salida, puesto que una luz comienza a aumentar a medida que avanza por el pasadizo.

Los ojos de Seki se habían acostumbrado a la oscuridad, y la luz de la salida del pasadizo empaña su visión. Todo está blanco y por un momento Seki creyó que el pasadizo llevaba de vuelta a la superficie, pero ¿Cómo era posible? Si no ha hecho algún ascenso, todo lo contrario se adentró cada vez más abajo.

Cuando por fin sus ojos se acostumbraban a la luz, pudo distinguir que el pasadizo conducía a una caverna más grande de forma ovalada, con una perfección que no era natural, era muy alta y de paredes lisas. Con unas luces parecidas a su cristal, empotrados en lo alto de las paredes.

Capítulo IX: El durmiente

La caverna ovalada parecía la entrada de una casa, porque es parecido a las casas de los árboles de la aldea de Zenn, solo que están debajo del suelo. Hay una gran avenida y galerías a los costados, objetos extraños, bellos y de gran valor para Seki. Los aldeanos no podrán creer lo que estaban viendo sus ojos. Las historias de los ancianos sabios eran ciertas, en la antigüedad había muchas maravillas.

Al entrar en una de las galerías pudo observar la figura de un ser grande casi el doble de su tamaño, en posición horizontal sobre una tarima baja. Tenía manos y piernas, pero su piel no era como la de Seki, o de alguna otra criatura conocida, era una textura diferente. A pesar de que no da ningún signo de vida, parece que duerme, simplemente no tiene vida.
Al inspeccionar los alrededores de la galería ha podido identificar utensilios algo familiares y signos escritos en las paredes y en unas láminas que se encuentran alrededor de la habitación, sobre los muebles y el piso de aquel lugar.

Retornó y tocó la figura del durmiente. Ha Seki le intriga una extraña forma que sobresale en la frente de aquel ser. Al tocarlo por casualidad, los ojos de aquel ser se iluminaron. Seki, sorprendido por aquella acción, tropieza y cae sentado, mientras el durmiente se reclinó apoyándose sobre sus codos. Aquel ser comienza a hablar un lenguaje desconocido.

El durmiente ha despertado.

Capítulo X: El origen del durmiente

El durmiente habla muy extraño, es cierto. De pronto Seki oye palabras conocidas:

-       Hola pequeño mi nombre es ZR1-CK.

Por un momento Seki se quedó paralizado, después de estas palabras el durmiente seguía hablando en lenguas extrañas. Tomo un respiro y dijo en su lengua:

-       Hola yo me llamo Seki.
-       ¡Seki un gusto¡ – dijo, luego agregó - Estaba intentando comunicarme contigo
-       ¿co-mu-ni-car-me?¿Qué es eso? – preguntó Seki.
-       Hablar Seki, hablar – respondió.

Muchos pensamientos pasaron por su mente. ¿Este es uno de los seres maravillosos y egoístas del cual hablaban los ancianos sabios?

-       Seki, soy una entidad artificial, creada para asistir al hombre.
-       No entiendo, respondió Seki.
-       No soy un ser vivo como tú, yo fui creado por seres como tu llamados hombres.

Seki recordó las historias de los ancianos sabios que decían que los seres extraordinarios habían creado muchos artilugios, entre ellos este ser. Todo era cierto. Estos seres, entonces eran dioses, pero aquel ser los llamo “hombres”.

Capítulo XI: Una larga historia

Seki se quedó maravillado con aquel ser. Los conocimientos que aquel personaje le podía enseñar. Así las gentes de su aldea pudieran crear cosas maravillosas como aquellas que se encuentran en aquellas galerías. Estaba pensando esto cuando el ser le interrumpió, diciendo:
-       Seki, no tengo mucho tiempo, el resto de mi energía se agota, y lo que tengo que comunicarte es muy importante.

Seki no entendía palabras como “energía”, pero por el tono en que aquel ser mencionó estas palabras  supo que debía escuchar atentamente.

Y fue así que se enteró, que aquel ser había vivido por muchos años en esa caverna, acompañando a un hombre sabio, conocedor de la ciencia de la vida. Que aquel hombre intentó restaurar el mundo en que vivía buscando crear la vida, para repoblar el planeta, que había sucumbido en una gran catástrofe, y que había convertido aquel mundo en una piedra estéril. Aquel hombre envejeció y agoto todos sus recursos intentando replicarse asimismo, pues creía que él estaba solo.

Seki se atrevió a preguntarle que eran los signos grabados, mostrándole la lámina que había encontrado a la entrada del pasadizo. El ser le explico que esos signos son escritura, que se usaba para grabar las palabras como signos y que cada signo individual o en forma conjunta, representaban sonidos del habla. Con respecto a los signos de la lámina, le dijo que estaba incompleta y que las malas condiciones del medio ambiente y el tiempo, lo habían deteriorado, pues el hombre sabio había escrito “El último hombre” haciendo referencia a su triste destino.

Capítulo XII: Adán el primero y el ultimo

El ser prosiguió narrando, de cómo llegaron a este lugar. Tras una gran guerra por el agua y recursos, el hombre libero una plaga que llevo a la extinción a casi la totalidad de los seres de este mundo. Seki pudo relacionar que la sustancia cristalina que da la vida se llamaba “agua”. Tras esta catástrofe, los hombres se dieron cuenta de su error, pero fue demasiado tarde. Pues los pocos hombres sabios que quedaron se recluyeron en lugares con una alta probabilidad de sostener la vida. Pero fue imposible, nuevas enfermedades aparecieron y los intentos por reconstruir este mundo iban fracasando.

Ya muy anciano, el hombre sabio, dejo la misión a ZR1 de comunicar, si fuese posible, a los nuevos hombres, todo lo acontecido. Para que no cometan el mismo error que su generación había cometido.

Por último el ser le dijo, se cree por una leyenda que el primer hombre se llamó Adán, y curiosamente el último hombre también se llamo Adán. Seki se quedó sorprendido por tal afirmación. Luego el ser agrego:

-       Sabes que “Adán” escrito al revés, se lee “Nada” – Parece absurdo, pero el hombre no supo valorar lo que tenía alrededor – concluyo.

Dicho esto los ojos de aquel ser dejaron de iluminarse y quedo en silencio.
Seki abandono la caverna pensando en el triste final que tuvieron aquellos seres llamados “hombres”.

FIN

Autor: José Ricardo Camacho Hurtado


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